Debemos ser conscientes que cada uno de nosotros y nosotras vivimos una época única. Por lo que registrar y documentar nuestra cotidianidad es importante para tener herramientas que nos permitan repensar nuestra realidad.
La identidad colectiva está en constante cambio y construcción. Ha sido conformada durante siglos anteriores nuestra existencia y, sobre todo, no es un tatuaje que no podemos borrar. La identidad es como un autorretrato que va acumulando los rasgos que dejan el paso del tiempo; es como un rompecabezas del que seguimos buscamos las piezas.
La forma más poderosa que tenemos para unir estas piezas es la conciencia de sabernos parte de un país esplendoroso, tanto por su diversidad geográfica como por su gente. Un país lleno de posibilidades que a veces ignoramos, ya sea por pereza o por temor.
Hay cosas muy positivas que conforman nuestra identidad y que olvidamos en el día a día. Tal vez el resentimiento que nos ha dejado la colonia es el mismo resentimiento con el que nos negamos a nosotros mismos. De todas formas, ahí están los signos. Nuestras diversas lenguas, la música que escuchamos, los edificios que construimos, la comida que tenemos, nuestras expresiones populares.
Parte de esta exposición es muestra de una pequeña parte de toda la extensa expresión cultural y visual que se nos ha heredado, quizás desde las primeras personas que habitaron estas tierras antes de que le den el nombre de República del Ecuador.
La interacción simbólica de las fiestas populares y sus rituales son claves que nos permiten entender la forma en que los pueblos, que históricamente han sido oprimidos, han sabido resistir y mantener la memoria colectiva. Lograr, además, de formas muy sutiles, no desaparecer frente a los embates de una sociedad que constantemente busca borrar su identidad de la historia. Si los borran a ellos, nos borran a nosotros también. Somos un todo.
Crecer entre montañas y volcanes, llegar rápido al mar, a un paso de las islas, todo mezclado. Crecer serrano, costeño y amazónico. Crecer en Ecuador
A través de la mirada de David Maya, recorreremos esta exposición fotográfica que busca la magia de la ritualidad; que pretende rasgar y develar los símbolos que nos componen en la diversidad de un país lleno de contrastes.
Su camino es también el nuestro.
Permítanse explorar las señales que nos dejan estas memorias.
TEXTO POR: GERMANIA CUESTA




¿De quién es la fiesta?
¿A quién le pertenece lo popular?
En la calle convivimos todos y todas
El afecto y el respeto tienen que estar
La música y los colores son nuestros
No hay que estar desconectados nunca más






Que nos queden los signos
Que nos devoren las imágenes
Que nos unan en el respeto por el otro
Por las diferencias de credo y de fe
Al final en nuestros caminos nos vamos a encontrar
Las imágenes que arden están ahí afuera…


